miércoles, 27 de junio de 2012

POR FAVOR, PAVOR





A. la memoria de John Coltrane, por A Love Supreme                                                              
                                                                                             

Por favor, Pavor, si tienes una hora para mí, no para él,
sálvalo de despeñarse en los trechos oscuros del día.
Pero sobre todo, en los rincones de la noche
que él considera luminosos. Por favor, Pavor, si tienes
un minuto para mí, no para él, sálvalo de hallar cerradas
las  puertas del silencio en su saxofón. Pero sobre todo, sálvalo
de encontrar atrancados los recintos del lamento en su garganta.
Por favor, Pavor, si tienes un segundo para mí, no para él,
sálvalo tan pronto escuche el ritmo que escruta y por el cual delira.
Sálvalo, Pavor, por favor, aunque me restes del tiempo que tienes para mí.
Por favor, Pavor, protégelo de encontrar la salida de su laberinto.
Afuera lo esperan todos aquellos minotauros del jazz
que preguntan por él durante los insomnios del saxofón.
Por favor, Pavor, sálvalo del oleaje que pronto vendrá del fondo
de su  música y condúcelo a salvo hasta la orilla de las copas quebradas.


LAS 48 LEYES DEL PODER





                                                         
“En general. La sensación de no tener poder sobre la gente y los acontecimientos es  insoportable para nosotros –cuando nos sentimos impotentes, nos sentimos abatidos-. Nadie quiere menos poder: todo el mundo quiere más. Tenemos que parecer justos y decentes. Así que necesitamos ser sutiles: agradables, pero astutos; democráticos, pero arteros”, propone el escritor estadounidense Robert Greene, especialista en estrategia, poder, sexo y seducción.

Enérgico ejemplo, él mismo, de la práctica y realización total de cuanto presenta en sus obras. Su libro Las 48 Leyes del poder (Espasa Calpe, S.A. Madrid, 2000) si no fuese por lo funesto, se podría afirmar que tal tratado de cinismo contemporáneo es un manual sicológico-político del más descarnado humor negro.

En realidad, esta densa obra con más de 500 páginas de lecciones, sugerencias, recomendaciones, consejos para arrollar a otros, y prevenir que nos atropellen donde desempeñamos algún cargo, es una sarta de 48 formidables bofetadas a todo principio ético durante el ejercicio del poder. O para alcanzar el poder y sostenerse en él. Aunque dudo mucho que pueda hablarse de ética y poder juntos.
Glosar el citado manual para el éxito contemporáneo, puede considerarse premeditado acto de inmoralidad literaria o sadomasoquismo bibliográfico, de no ser porque incalculables personas ejercen sobre otras, de manera sutil, indirecta o frontal, la filosofía allí predicada.

 Millares de individuos, en todos los oficios, practican sin recato tales leyes, respaldados por argumentos del triunfo social y la competencia aunque ignoren su formulación y enunciados y no hayan leído la desfachatada obra de Greene, donde estas 48 leyes se desarrollan pormenorizadas, con fruición literaria y regodeo sicológico.

A  Robert debe abonársele su sinceridad para hablarnos sin mojigatería. Seguro de ser escuchado con atención por quienes viven sus enunciados y se reflejan en la síntesis de teorías, pensamientos y filosofías arraigadas a la historia del poder en el mundo.

 Dice el autor: “Tome las 48 Leyes del poder como un manual sobre las artes del engaño. Las leyes están basadas en los escritos de hombres y mujeres que han estudiado y se han hecho expertos en el juego del poder. Estos escritos abarcan un período de más de tres mil años y proceden de civilizaciones tan dispares como la antigua China y la Italia del Renacimiento”.

 La Ley 2, no confiar demasiado en los amigos y saber utilizar a los enemigos, enseña: “No hay que fiarse nunca de los amigos- lo traicionan a uno con mayor rapidez porque sienten envidia con facilidad. También se convierten en unos mimados tiránicos. Pero si se contrata a un antiguo enemigo será más leal que un amigo porque tiene más que demostrar. De hecho, hay mucho más que temer de los amigos que de los enemigos. Si no se tienen enemigos, hay que encontrar la forma de granjeárselos”.

Manual para corruptos en ascenso, o altamente posicionados aspirando a no descender de los estratos jerárquicos donde treparon. Este libro iconoclasta, formula y explica un selecto conjunto de leyes que resumen lo peor de la condición humana, cuando de adquirir y conservar el poder se trata:

1. Nunca le haga sombra a su amo
2. Nunca confíe demasiado en sus amigos; aprenda a utilizar a sus enemigos
3. Disimule sus intenciones
4. Diga siempre menos de lo necesario
5. Casi todo depende de su prestigio; defiéndalo a muerte
6. Busque llamar la atención a cualquier precio
7. Logre que otros trabajen por usted, pero no deje nunca de llevarse los laureles
8. Haga que la gente vaya hacia usted y, de ser necesario, utilice la carnada más adecuada para lograrlo
9. Gane a través de sus acciones, nunca por medio de argumentos
10. Peligro de contagio: evite a los perdedores y los desdichados
11. Haga que la gente dependa de usted
12. Para desarmar a su víctima, utilice la franqueza y la generosidad en forma selectiva
13. Cuando pida ayuda, no apele a la compasión o a la gratitud de la gente, sino a su egoísmo
14. Muéstrese como un amigo pero actúe como un espía
15. Aplaste por completo a su enemigo
16. Utilice la ausencia para incrementar el respeto y el honor
17. Mantenga el suspenso. Maneje el arte de lo impredecible
18. No construya fortalezas para protegerse: el aislamiento es peligroso
19. Sepa con quién está tratando: no ofenda a la persona equivocada
20. No se comprometa con nadie
21. Finja candidez para atrapar a los cándidos: muéstrese más tonto que su víctima
22. Utilice la táctica de la capitulación. Transforme la debilidad en poder
23. Concentre sus fuerzas
24. Desempeñe el papel de cortesano perfecto
25. Procure recrearse permanentemente
26. Mantenga sus manos limpias
27. Juegue con la necesidad de la gente de tener fe en algo, para conseguir seguidores incondicionales
28. Sea audaz al entrar en acción
29. Planifique sus acciones de principio a fin
30. Haga que sus logros parezcan no requerir esfuerzos
31. Controle las opciones: haga que otros jueguen con las cartas que usted reparte
32. Juegue con las fantasías de la gente
33. Descubra el talón de Aquiles de los demás
34. Actúe como un rey para ser tratado como tal
35. Domine el arte de la oportunidad
36. Menosprecie las cosas que no puede obtener: ignorarlas es la mejor de las venganzas
37. Arme espectáculos imponentes
38. Piense como quiera, pero compórtese como los demás
39. Revuelva las aguas para asegurarse una buena pesca
40. Menosprecie lo que es gratuito
41. Evite imitar a los grandes hombres
42. Muerto el perro, se acabó la rabia
43. Trabaje sobre el corazón y la mente de los demás
44. Desarme y enfurezca con el efecto espejo
45. Predique la necesidad de introducir cambios, pero nunca modifique demasiado a la vez
46. Nunca se muestre demasiado perfecto
47. No vaya más allá de su objetivo original; al triunfar, aprenda cuándo detenerse
48. Sea cambiante en su forma

Fatal y seductoramente atractivas estas leyes. Un limpio espejo frente al cual podemos mirarnos despacio, con detalle, sin pérdida de ninguno de nuestros rasgos. Va directo a subterráneos emocionales e ideológicos del hombre, donde no llegan ni gobiernan la moral, la religiosidad ni los valores humanos tradicionales.

Con sus raciocinios y la manera atrevida  de abordar zonas oscuras del ser humano con su irrefrenable y diaria ansiedad de poder, desmigaja cuanta enseñanza le hayan dejado somníferos libros de ética, de autoayuda y superficial espiritualidad.

 Mirando de soslayo, para que nadie advierta cómo se nos desliza la máscara de personas virtuosas y humanitarias, sentimos que al solo enunciado de cada ley algo íntimo nuestro queda perceptible, dejando descubierto al individuo deseoso de aplicar el poder en cualquier rango social, político, económico, intelectual, religioso o cultural donde esté presente.

Greene, al darle cuerpo a tales leyes, puntualizándolas y conceptualizándolas sin miramientos moralistas de ninguna clase, estructurándolas de manera lapidaria y desconcertante por la exposición tan clara que hace de la sicología del poder, en realidad cuanto hace es diseccionar franjas del ser humano que por convencionalismo se ocultan o niegan.

Son seductoras tales leyes. Aunque no se tenga poder, de una u otra manera emergen disimuladas o patentes en la diaria convivencia de los seres humanos. Era ineludible una obra de tal categoría entre millares de inútiles libros de valores y civilidad, de religiosidad nueva era, de negocios para la autoayuda saturando el mercado bibliográfico.  Triviales conferencias y seminarios motivacionales inundando la radio, la televisión, los auditorios, revistas y periódicos, con sus latosas prédicas de transformación personal.

Las 48 leyes del poder, es un libro que  no debe faltar en la biblioteca ni en las interrelaciones cotidianas de ningún líder, de ninguna persona soñando con escalar socialmente, sin escrúpulos de ninguna índole. El grueso volumen es de cómoda lectura. Presenta la Ley, seguida de una aforística sentencia y del desarrollo teórico mostrando las claves del poder. El ejemplar que comento, tiene notas al margen, citas bien rebuscadas y evocadoras, donde el autor esgrime frases de  Goethe, Maquiavelo, Voltaire, Tácito, Montaigne, Clausewitz y Nietzsche, entre otros, para justificar y darle sustento teórico a sus digresiones.
Si alguna autoridad educativa decidiera convertirlo en texto de estudio para escuelas, colegios y universidades, su lectura superaría cualquier Best Seller en la historia de la literatura. Son fáciles de practicar día tras día, en un cotidiano ceremonial de la auténtica sagacidad social, una o más de sus leyes, convirtiéndolas en oraciones matinales y nocturnas.

Las 48 Leyes del poder resume, señala y hace tangible sin eufemismos, las estrategias para confrontar y anular a nuestro prójimo. Para llegar al sitio donde se pretende o conservar el lugar donde se pervive. Encantador libro para la gente de nuestra época. Para quienes deseen visitar su blog, en inglés, pueden ir a powerseductionandwar.com  en el cual pueden hallar una serie de interesantes ensayos sobre el poder. Recomiendo uno en siete partes: The Descent of Power An Interptretation of the Global Economic (El origen del poder: una interpretación de la crisis económica mundial).
  

UN CIRCO POBRE Y MI TIPLE



                                                                 

Voy a relatar la escena más desconsolada que he visto en mi vida de tiplero ambulante por estos pueblos del Quindío…

 A Génova, uno de los municipios más pequeños del citado departamento, el pueblo cafetero cordillerano más atiborrado de verdes cuyas montañas limitan con las nubes y con el vuelo de los gallinazos más osados, donde la única verdemántica que conocí en mi vida me pronosticó mediante la lectura de hojas de yerbabuena que alguien me regalaría la letra para dos de mis composiciones musicales antes de fallecer Shakira, llegó un circo pobre. Muy pobre. Demasiado pobre y por eso tal vez levantaba siempre su pequeña y raída carpa en pueblos arrinconados, pequeños y pobres.

 Me contrataron para tocar tiple mañana y tarde. Una extraña forma de publicidad que no me disgustó porque ofrecieron pagarme con las tres comidas del día. Y porque este tiple, así viejito como lo ven, es mi única compañía. No conocí a mis padres, pero cuando interpreto alguna pieza musical en este berraco tiple, llegan a mis ojos las imágenes de una buena mujer campesina y un buen hombre obrero de la construcción, que tal vez fueron mis padres. No lo sé. Tampoco se lo he preguntado a mi tiple porque se pone muy triste y esto no es bueno para ninguno de los dos.

 Bajo un torrencial  aguacero, una mañana gris cuando nadie venía al circo porque todos en el pueblo habían entrado dos o tres veces y conocían de sobra los actos, llegó el fantasma de un intérprete de jazz. Imagínense ustedes, un intérprete de jazz en un pueblo donde la gente solo escucha al Charrito Negro, a Darío Gómez, a Luis Alberto Posada, Pipe Bueno, Johnny Rivera o Rómulo Caicedo. No era una persona, entiéndanme bien. Era un fantasma auténtico en horas de la mañana. Llegó directo al circo donde nadie lo reconoció. Pues qué les digo…Sin soberbia, yo sí lo reconocí desde cuando venía por la calle, mojado, chorreando agua como si nada pasara.

 A pesar de gustarme el tiple y vivir solo para este instrumento musical, me ha gustado el jazz. A nadie se lo digo. Es como un pecado, no sé. Vaya uno a saber de dónde me nace ese gusto. Lo he tenido a raya con las cuerdas de mi tiple. Lo reconocí pero nada iba a comentarle al dueño del circo. Para qué. Ellos creyeron que era una persona viva, sobre todo cuando les pidió el favor de dejarlo interpretar con su  trompeta varias canciones en mitad de la pista. Había un charco de agua allí pero al fantasma no le importó. Goteras por toda parte en esa carpa.

El fantasma sacó de un estuche su trompeta. Era Clifford Brown. Mientras interpretaba varias canciones yo no sé para quiénes, Clifford fue desvaneciéndose hasta quedar nada más el sonido de la trompeta resonando por todo el circo, Laura, con música de David Raskin. Entonces descubrieron que era un fantasma y se asustaron. Yo les dije, para calmarlos, no lo tomen a mal pero esa es la despedida. Mañana debemos irnos de este pueblo.

No voy a contarles nada más porque están poniendo caras de duda. A mí me pareció muy triste escuchar a un músico como Clifford, bajo la pobre carpa de un circo pobre, en un pequeño pueblo del Quindío, interpretar para nadie, o sería para mí, cinco de sus más populares temas. Al día siguiente, también bajo la lluvia, el circo levantó su carpa y se fue.  

HOJAS DE DIARIO 8




Lunes 11 de marzo.- Si en tu mente habita la poesía, hacia cualquier lugar donde observes encontrarás poemas escritos no con palabras, sino con formas, luces, sonidos, colores y líneas. Todos los contrastes que seas capaz de percibir y ante los cuales te sensibilices. Todas las relaciones entre estos. Delicados o vigorosos matices revelándote la presencia de Dios en el mundo y la presencia del mundo dentro de Dios.

Relatar dichos encuentros utilizando las palabras, los versos, las metáforas, el poema, es  tu siguiente paso  si deseas compartir el milagro. Entonces, en tu mente ya no habitará la poesía. Tu mente será la poesía.
Del poeta persa Rumi, este cuarteto de su libro Divane Shams, traducción de Amir Hossein Fetana, quien tradujo al persa la noveleta Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez:

El pájaro de mi corazón voló tanto,
Que me trajo un mundo de secretos.
Y salió por todas las direcciones
Que trajo los dos mundos en apenas una gota.
    
                                      




NI MEMORIA, NI PUTAS, NI TRISTES




Memoria de mis putas tristes, la nouvelle de Gabriel García, es una obra que no va más allá de sí misma y de sus maniobras publicitarias para atraer morbosos y superficiales lectores con tan dubitativo título. En esta noveleta la memoria del protagonista y, por ende, la del autor, nada evocan respecto al tema advertido. Una y otra, son indeterminadas en su particular nivel: Collado, confuso en la ficción; Gabriel García, desplegando insustancial descoloridos retratos de algún pueblo de la costa Atlántica, sin provecho para nadie.

Putas, si el lector espera encontrarlas describiendo sus agotamientos y ejerciendo sus particularidades eróticas, no hay por ningún lado. Rosa, la veterana proxeneta, ya no ejerce como tal, mientras Delgadina, la adolescente probándose en el oficio, narcotizada con un cocimiento de bromuro y valeriana, no es mancillada por su embelesado mirón. La única tristeza evidente es la del lector, ilusionado con la espera de lances voluptuosos o significativas historias que no aparecen a lo largo del libro ni se insinúan por lado alguno. Ni memoria. Ni putas. Ni tristes. Ni la virtuosidad literaria de un reconocido escritor del cual se esperaba una obra mejor.

Las putas no existen como personajes. Son escueta referencia de un timorato gacetillero, el protagonista, y de un escritor en franca decadencia narrativa: “Hasta los cincuenta años eran quinientas catorce mujeres con las cuales había estado por lo menos una vez. Nunca participé en parrandas de grupos ni en contubernios públicos, ni compartí secretos ni conté una aventura del cuerpo o del alma”. Lo único que Collado se atreve a referir, en un lenguaje donde García exterioriza el costeño procaz, es la sodomización a que somete a Damiana, “casi una niña”, relatada con rabanera prosa: “Tuve que aumentarle el sueldo con el cálculo de una monta al mes, siempre mientras lavaba la ropa y siempre en sentido contrario”.


Esta noveleta de Gabriel García será decepcionante para quienes, embaucados por el título, escruten confidencias del autor evocando pueblerinas meretrices, o quieran encontrarse con la magistralidad literaria de quien produjo para la narrativa latinoamericana El coronel no tiene quien le escriba, una de las más perfectas noveletas de la lengua castellana en el siglo XX.
La senilidad cronológica del personaje, es símbolo de la senectud literaria del escritor colombiano, evidente en sus últimas publicaciones. Afirmaba el notable y olvidado ensayista y novelista italiano Giovanni Papini, que la vejez es una culpa, “acaso la tristeza del viejo no sea otra cosa que el oscuro remordimiento del delito cometido contra sí mismo. El viejo está solo, de una soledad desconsolada, donde el aire se encuentra lleno de augurios homicidas y de ausentes que claman”.

Gabriel García fue incapaz de plasmar la afligida soledad del nonagenario quien, en el fondo, es él mismo, con oscuros remordimientos no exorcizados en su apresurada novela.

Carece esta obra de la dimensión narrativa perceptible en el lírico y sentimental flujo rítmico de El amor en los tiempos del cólera; no tiene la compleja y torrencial estructura de El otoño del patriarca, ni mucho menos la magistral elipsis con la cual El coronel no tiene quien le escriba se ubica entre las nouvelles más bellas e intensas, más dramáticas de la lengua castellana en el siglo XX. Repetido intento de novela breve donde García se queda corto, sin conseguir siquiera la belleza poética de Los funerales de la Mamá grande o de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada.

El ímpetu metafísico en torno a cuestiones como la muerte, la soledad, el sexo y la vejez, notorio en la estupenda novela breve de Kawabata, modelo del colombiano, está ausente del texto de este, en cuya obra lo subjetivo concede excesivo espacio narratológico a lo objetivo, a las monótonas y bosquejadas descripciones con poco aporte para el ambiente argumental de la novela. Como indirecta persuasión para leer La casa de las bellas durmientes, esta noveleta de Gabriel García justifica su admiración por la del suicida japonés, en su deslucido conato por desarrollar una historia análoga, pero sin ninguno de sus elementos poéticos, filosóficos y sicológicos, ni la sutileza del lenguaje, ni la infausta levedad existencial y el concentrado erotismo que hacen del libro de Yasunari una obra maestra de la novela breve y del erotismo universal.

Esta, de Gabriel García, es una puesta en escena tropical, desteñida y templada, de un erótico evento propio de la estética, la sensibilidad y sexualidad taoísta, con la cual nunca ha tenido la menor proximidad teórica ni literaria. Por ningún lugar se observa aquí la oscilación erótica del novelista o su intento por despertarla en los lectores. Tal vez, como bien lo señaló su biógrafo oficial, el británico Gerald Martin, quien publicó en 2008 la primera biografía autorizada del novelista, García Márquez siente una enorme fascinación por el poder: «Él ha querido ser siempre testigo del poder y es justo decir que esa fascinación no es gratuita, sino que persigue determinados objetivos”. Entre estos propósitos, el erótico no fue ni será el más representativo de su obra.

jueves, 14 de junio de 2012

AGUACERO INJUSTO


                                                 

“Una marcha fúnebre suspendida en la delgada lluvia
                                                                                                                                              Yorgos Seferis

1.    No me pareció razonable
2.    que comenzara a llover en ese momento y no en otro.
3.    Llovía sin importar mis sentimientos.
 4.   Como si no estuviese presente. Como si no fuera yo un ser humano.
 5.    Con pantalones y camisa desgarrados. Triste no sé de qué ni desde cuándo.
 6.    Desolación. No cabe ninguna duda.
 7.    A nadie importaba si yo corría o caminaba lánguido.
 8.    O si me arrastraba. Cuando me llueve, solo existe en mi vida la lluvia.
 9.    Agua abofeteando la cara, golpeando el cuerpo,
 10.   introduciéndose por los rotos vidrios de las ventanas de mi casa.
11.    Nada más.
12.    Agua particular.  Lluvia tan mía,
13.    que a veces pretendo compartirla para no humedecerme tanto el alma.
14.    En vano, individuo considerándome persona entre la gente,
15.    busco obtener presencia bajo la lluvia, entre aguaceros,
16.    con las calles, andenes y parques cada vez más solos.
17.    Por la cantidad de lluvia penetrando en el alma,  puede calcularse
18.    el monto de tristeza saliendo a caminar por las calles, sin orientación fija.
19.    Toda soledad mía está forzada por el agua que cae.
 20.    Y a veces por el granizo.
21.    De este no hablo porque voy a llorar creyendo vivir solo en el mundo.
22.    Pensaré que las ciudades no tienen gente para habitarlas.
23.    Quienes pasan por mi lado son espectros, sueños de algún escritor encerrado en un sótano.
24.    Aguas de lluvia: el agua salpicante, para angustiar;
25.    el agua adelante, para humillarnos;
26.    El agua atrás, para exaltarnos;
27.    el agua por los lados, para devolvernos la fe;
28.    en este momento, el agua desde arriba, bendición de la más directa maldición.
29.    Hace frío pero no importa mientras llueva
 30.    y uno pueda estremecerse libre contra un muro o sostenido
 31.    por recuerdos de la niñez.
 32.    Cuando aguacera, como está aguacerando en este momento,
33.    -yo aguacero, tú aguaceras, él aguacera, nosotros nos inundamos-,
 34.    a nadie atañen inviernos de nadie.
 35.    Si yo estrenara ropa algún día, ese día no llovería.
 36.    A veces quisiera ser perro bajo la lluvia.
 37.    No me avergüenza confesar que una noche
 38.  cuando llovía demasiado y a las calles se les iba su gente por desaguaderos del metro, los     buses y los taxis,
39.    me puse en cuatro patas sobre el suelo
40.    y fui perro durante varias cuadras. ¡Ha sido el momento más feliz de mi vida!

martes, 12 de junio de 2012

CUANDO HACEN EL AMOR





             “Se miran, se presienten, se desean”
                                                                                                                                 
                                                                               
                                                                                Oliverio Girondo 




Son hombre y mujer. Lo saben y lo viven,
mas cuando hacen el amor…

se enleonan, se emperran, se elefantan,
se encanguran, se enratan, se entigran,
se enconejan, se engatan, se encebran,

pero también se besan y se dicen que se aman.

Se emballenan, se entortugan, se enjirafan,
se encerdan, se enrinocerontan, se enleopardan
se  embufalan, se encamaleonan, se emboan,

pero también se besan y se dicen que se aman.

Se empulpan, se ennutrian, se enzorran,
se engorilan, se entapiran, se encamellan,
se enlinzan, se enmangostan, se encoyotan,

pero también se besan y se dicen que se aman.

Se enlagartan, se ardillan, se engaviotan,
se enlangostan, se encigüeñan, se engorrionan,
se encabran, se enfaizanan, se engansan,

pero también se besan y se dicen que se aman.

Se endelfinan, se enkoalan, se enloban,
se enhienan, se enfocan, se enchitan,
se enmorsan, se empingüinan, se encondoran,

pero también se besan y se dicen que se aman.

Se enciervan, se enrenan, se embisontan,
se encastoran, se emburrecen, se armadillan,
se iguanan, se enmoscan, se lemuran,

pero también se besan y se dicen que se aman.

Se enabejan,  se encangrejan, se encaracolean,
se enmurcielaguean, se encomadrejan, se encuervan,
se antilopan, se enchacalan, se avestruzan,

pero también se besan y se dicen que se aman.

Se enyaguaretean, se empirañan, se entapiran,
se endantan, se embabosan, se encalamaran,
se ornitorrincan, se aguilean, se empaloman,

y aunque se engrifan, se unicornian y se endragonan,
siempre se besan y repiten que se aman.