domingo, 10 de abril de 2016

Textos publicados en el diario La Crónica del Quindío


SUMISIÓN Y FALSA BANDERA



Como me sucede con Roth y Murakami -por inapetencia hacia sus estilos- no padezco hasta el final las novelas del francés Michel Houellebecq. Asunto mío, no de ellos. En la nueva narrativa francesa, dicho autor fomenta con su obra discrepancias irreconciliables. Las ha emprendido contra el cristianismo. Y se regocija contra el islam, empleando sus novelas como corrosivas herramientas epistemológicas. “La religión más idiota del mundo es el islam”, escribió. En uno de sus poemas, impugna el dogma de la resurrección: “Te odio, Jesucristo, por haberme dado un cuerpo/. Los amigos se esfuman, todo huye de prisa/. Los años pasan, se escurren, y nada resucita/. No deseo vivir y la muerte me asusta”. Por instinto de conservación, abandonó París ante el conflicto desencadenado por los ambiguos sucesos encuadrados en la publicación de su reciente novela, Soumission. Es viable que con su libro y reconocida islamofobia, sea otra pieza del reciente acto terrorista de falsa bandera, en París, donde tan promocionada novela puede considerarse una de las más evidentes, radicales arremetidas contra el islam. No es raro en un literato solazándose en la obra escrita junto con el filósofo Bernard-Henry Levy: “Soy nihilista, reaccionario, cínico, racista y misógino vergonzoso. Un patán, autor insulso, sin estilo; accedí a la notoriedad gracias a la inverosímil falta de gusto de unos cuantos críticos desorientados”. Refiriéndose al ataque contra Charlie Hebdo, el politólogo estadounidense Paul Craig Roberts, denunció: “Fue una operación de falsa bandera para apuntalar el estado vasallo de Francia ante Washington. Las agencias estadounidenses han planeado las operaciones de falsa bandera para crear odio contra los musulmanes y reforzar la esfera de influencia de Washington en los países europeos”. La masacre se perpetra cuando iban a presentar la novela de Houellebecq, quien alcanza su propósito desestabilizador abonando, con el tema y argumento de este libro, pasiones islamofóbicas en gente de heterogénea condición religiosa, política y cultural. El sangriento baño con los miembros de la satírica publicación, fue el espumoso coctel de lanzamiento de tal obra. Mediado por el pensamiento de Céline, Sade y Lovekraft, para la justificación ideológica de su ficción-política, como él la denomina, Michel asimila ideas de La Gran Sustitución, del filósofo Renaud Camus, otro registrado incitador del odio racial contra los musulmanes. Houellebecq aterrizó en Alemania, dejando tras de sí una turbia imagen de las lóbregas zonas por donde serpentean algunos autores con sus editores. Si deciden leer la novela, tengan presente la advertencia de su autor: “Yo no soy un intelectual. Yo no tomo partido, no defiendo ningún régimen. Renuncio a cualquier responsabilidad”. Tal vez por esto marcha tan cerca de la extrema derecha. Dentro del actual panorama político europeo, la citada novela es provocadora en extremo.

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