domingo, 22 de octubre de 2017

Los poemas de Nietzsche por Umberto Senegal

Los poemas de Nietzsche


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"Total percepción del instante. Filosofía zen que no imaginamos en el creador de Zaratustra".



Dice Friedrich en uno de ellos: “Solo soy un creador de palabras: /¿qué importan las palabras? / ¿qué importo yo?”. Poemas lacónicos la mayor parte.
Lapidarios en sus enunciados de riguroso conceptualismo donde poeta y filósofo no se rechazan, pero este preanuncia su mensaje vital. Y señala en otro: “Restos de estrellas:/de estos restos formo mi mundo”. El primero, con tres versos. El segundo, con dos. Y este de uno solo, como para reflexionar dónde comienza y termina la poesía y dónde es lúcida o se torna irracional la filosofía: “Una taberna junto a cada tienda”. Nietzsche, poeta de estrofas y versos circunscritos a la corriente postromántica quien participando, a sabiendas o no, de temas, ideas y estética del simbolismo de libre versificación, intenciones metafísicas y el lenguaje como instrumento cognoscitivo, tiene entre sus poemas este, que es un haiku perfecto, con sus tres líneas y objetiva descripción, aunque el filósofo nunca se aproximó a tal forma poética nipona: “Un cansado viajero,/al que recibe un perro/con recio ladrido”. Total percepción del instante. Filosofía zen que no imaginamos en el creador de Zaratustra.
Este volumen con la poesía completa del filósofo alemán, traducido y prologado por Laureano Pérez Latorre, reúne de manera minuciosa y sistemática todos los poemas escritos como tales por Nietzsche, desde sus 25 años de edad hasta los 44. Gran parte de estos, axiomáticos. De hermética forma y contenido, adoptando el tenue ropaje del aforismo para presentarse más desnudos. Se autocuestiona como poeta: “Mientras hacía versos a brincos /¡epa! de estrofa en estrofa, /di en reír y reír de improviso, /y me duró un cuarto de hora. /¿Tú, un poeta? ¿Tú, un poeta? / ¿Tan mal te funciona el seso? / “Sí, señor, usted es un poeta” /, respinga el picamadero”.
Recorrido vital por la estética y filosofía del Nietzsche demasiado humano, confesando en uno de dichos textos: “Ved al niño entre gruñidos de cerdos, /desamparado, encogidos los pies. /Tan solo le salen lloros sin cuento, /¿sabrá erguirse y andar alguna vez?”. Poemas llenos de interrogantes. En la medida que el filósofo ajusta su enfoque del mundo, decrecen el tono y las palabras del poeta sin que por ello lo lírico, como tal, deje de cumplir su intención literaria.
En cada verso, estrofa y poema, se gestaba la dionisiaca música discursiva de Zaratustra, plena de tropos y figuras literarias en rica mezcla de arcaísmos, etimologías y rimas de reconocida riqueza dialectal. ¿Dónde clasificar, por ejemplo, este chirriador final de estrofa, entre jitanjáfora y borborigma?: “¡Pitas, titas, /pi, pi, pi; / titas, pitas, /pi!”. ¿Presentía Friedrich su desvarío, como aquella tarde cuando junto al mar gritó iracundo, utilizando voces análogas para increparle por su bramido a las olas? Hay que leer al poeta lacerado, para entender mejor al filósofo, Ecce homo fundido entre palabras con lodo y relámpagos.

Lejos de Roma por Umberto Senegal

Lejos de Roma

 "De muchas maneras, todos estamos distantes de la Roma metafórica, exiliados en esta vida y este mundo".

Título de uno de los más seductores libros del narrador colombiano Pablo Montoya, donde compartimos el exilio al cual fue sometido el poeta Ovidio, desterrado de Roma por orden del emperador Augusto. “Llegar a Tomos es como llegar a la morada de la muerte”. “He llegado a Tomos, puerto del espanto”. Tristes, tituló sus desconsolados cinco libros de elegías, caminando desengañado de su sociedad, de la vida y la poesía. En la tribulación del exilio, abrupto sendero hacia el olvido, sin eludir el pesimismo que se le convierte en continuas alucinaciones, Publio escribe sus poemas en la playa. Sobre la arena.
Sus lectores son los cangrejos que, una y otra vez, pasan en entrecruzadas direcciones sobre sus versos en latín. De las más consistentes y hermosas novelas breves publicadas en Colombia. Lenguaje, fondos, personajes y trama que refinan la actual atmósfera narrativa colombiana infectada de frivolidades y desproporciones, son los sentimientos de Pablo-Publio en equilibrada simbiosis de poesía y filosofía, buscando respuestas en aquella época remota, que sean legítimas para gente de la nuestra, desplazada de su tierra y víctima de atrabiliarias formas de poder. Varios personajes afloran con resumido vigor para afirmar el destino de Ovidio, lejos de Roma, imaginado por Montoya, quien se desplaza libre por su novela, sin eruditos soportes históricos. Esta obra no pretende, por fortuna, convertirse en arqueológico vestigio de museo ficcional. Presenta al poeta, Ovidio el hombre humillado quien por culpa de su obra y sus ideas, en contradicción con las del emperador, es expatriado.
A lo largo de la trama, la noveleta está impregnada por la desacralización de las nociones políticas, sociales y religiosas de patria, componente ideológico reiterado en toda la obra de Montoya. Su destilada prosa poética, radiante y cadenciosa, permite observar tonalidades formales de cuanto resalta: personas, objetos, ideas, datos precisos, la imaginación del autor desplazándose subjetivo por rincones reales o ficticios de Tomos, moviéndose por su superficie como fantasma pronto a esfumarse. Esteticismo poético y narrativo de rigurosa factura, porque Pablo no expresa solo lo bello sino también lo metafísico que surge de la confrontación con el aislamiento, el abandono, la melancolía por lo perdido y la carencia de interlocutores para compartir el sentimiento de lo poético.
De muchas maneras, todos estamos distantes de la Roma metafórica, exiliados en esta vida y este mundo. Auscultando afinaciones narrativas poco frecuentes entre los nuevos narradores colombianos, lenguaje e ideas de la novela se nivelan y articulan con precisión. Su melodioso uso del punto seguido, es primordial factor de estilo que alcanza magistrales niveles de expresión literaria. Novela atípica dentro de la actual narrativa colombiana, extenuada temáticamente por las burdas orientaciones proficientes de algunas editoriales, esta es otra forma de percibir la historia y relatarla.

Ecobachaco de Peñas Blancas por Umberto Senegal

Opinión / Octubre 21 de 2017 / 3 Comentarios

Ecobachaco de Peñas Blancas

"...Dos ojos blancos pintados en el exterior, en torno a las circulares ventanas..."



En uno de sus poemas, escribió el santo Milarepa: “No hagas nada con el cuerpo, excepto relajarte; cierra firme la boca, observa silencio, vacía tu mente y no pienses en nada. Afloja tu cuerpo como bambú hueco y desahógate”. Lugar exclusivo para esto: el original ecobachaco de Peñas blancas. En la noche, si duermes; o durante el día, si lo aprovechas para alguna aislada práctica de interiorización y sosegado encuentro contigo mismo, dentro del circular ámbito construido con tierra en el Ecoparque Peñas blancas, solo te acompañarán cuatro alegóricas ranas de los grabados de Grass, coloreadas sobre la redonda pared del recinto. Dos pequeñas ventanas, también circulares, te relacionan con el paisaje. Por una de ellas, adviertes en la distancia a Calarcá y Armenia. Dos ojos blancos pintados en el exterior, en torno a las circulares ventanas. La construcción, a prudente distancia de la vivienda principal tiene al fondo la sacra presencia de las históricas e imponentes Peñas Blancas. Relajado dentro de esta habitación para una persona o máximo dos, la serenidad interior no es abstracta idea mística, religiosa o esotérica. Es sensorial presencia física para vaciar tu mente y transmutarte en el bambú hueco que señala Milarepa. Cuanto no vislumbras coreando mantras, balbuceando oraciones, visitando al psiquiatra, usando antidepresivos o consumiendo plantas enteógenas, ni intuyes leyendo significativos textos taoístas, sufíes o budistas, podrás experimentarlo allí, solo, sin luces, dentro del acogedor ecobachaco. Acompañado únicamente por el terco flujo de tus pensamientos. Hacia el atractivo sitio, sales desde La Virginia, en Calarcá, por un camino que puede transformarse, al ascender hasta  allí, en tu Camino de Santiago. Novedoso en su apariencia, este punto para la contemplación, enclavado entre árboles y silencio, amparado tras de sí por la energética presencia de Peñas Blancas, irradia el positivo encanto precolombino de Nacuco y Locomboo, deidades pijao. Si deseas, puedes acompañarte de una lámpara solar. Su original forma permite convertirte, allí dentro, en beneficiario de la energía montañosa y rocosa, conectándote con chamánicos voltajes de energía que fluyen pródigos del interior de las peñas. En esta matriz terrosa, tienes la certidumbre de haber hallado el sitio para expulsar tus pensamientos, tu desconsuelo con el mundo y tu desasosiego. Tal construcción, idea del infatigable apacentador de árboles propietario del citado Ecoparque, Javier Salazar, recibió el Premio Alianzas para la innovación, de Colciencias y Confecámaras 2017, por su propuesta como construcción exótica, artesanal, ancestral y natural. Con tan austero y fascinante recinto del silencio, como no existen dos en Colombia, el Quindío tiene uno de los más singulares atractivos para personas que buscan sitios de recogimiento interior, lejos de la ciudad. Receptáculo material del silencio y la soledad donde cada uno experimentará sus realidades o fantasías internas.