Ecobachaco de Peñas Blancas
"...Dos ojos blancos pintados en el exterior, en torno a las circulares ventanas..."
En uno de sus poemas, escribió el santo
Milarepa: “No hagas nada con el cuerpo, excepto relajarte; cierra firme
la boca, observa silencio, vacía tu mente y no pienses en nada. Afloja
tu cuerpo como bambú hueco y desahógate”. Lugar exclusivo para esto: el
original ecobachaco de Peñas blancas. En la noche, si duermes; o durante
el día, si lo aprovechas para alguna aislada práctica de
interiorización y sosegado encuentro contigo mismo, dentro del circular
ámbito construido con tierra en el Ecoparque Peñas blancas, solo te
acompañarán cuatro alegóricas ranas de los grabados de Grass, coloreadas
sobre la redonda pared del recinto. Dos pequeñas ventanas, también
circulares, te relacionan con el paisaje. Por una de ellas, adviertes en
la distancia a Calarcá y Armenia. Dos ojos blancos pintados en el
exterior, en torno a las circulares ventanas. La
construcción, a prudente distancia de la vivienda principal tiene al
fondo la sacra presencia de las históricas e imponentes Peñas Blancas.
Relajado dentro de esta habitación para una persona o máximo dos, la
serenidad interior no es abstracta idea mística, religiosa o esotérica.
Es sensorial presencia física para vaciar tu mente y transmutarte en el
bambú hueco que señala Milarepa. Cuanto no vislumbras coreando mantras,
balbuceando oraciones, visitando al psiquiatra, usando antidepresivos o
consumiendo plantas enteógenas, ni intuyes leyendo significativos textos
taoístas, sufíes o budistas, podrás experimentarlo allí, solo, sin
luces, dentro del acogedor ecobachaco. Acompañado únicamente por el
terco flujo de tus pensamientos. Hacia el atractivo sitio, sales desde
La Virginia, en Calarcá, por un camino que puede transformarse, al
ascender hasta allí, en tu Camino de Santiago. Novedoso en su
apariencia, este punto para la contemplación, enclavado entre árboles y
silencio, amparado tras de sí por la energética presencia de Peñas
Blancas, irradia el positivo encanto precolombino de Nacuco y Locomboo,
deidades pijao. Si deseas, puedes acompañarte de una lámpara solar. Su
original forma permite convertirte, allí dentro, en beneficiario de la
energía montañosa y rocosa, conectándote con chamánicos voltajes de
energía que fluyen pródigos del interior de las peñas. En esta matriz
terrosa, tienes la certidumbre de haber hallado el sitio para expulsar
tus pensamientos, tu desconsuelo con el mundo y tu desasosiego. Tal
construcción, idea del infatigable apacentador de árboles propietario
del citado Ecoparque, Javier Salazar, recibió el Premio Alianzas para la
innovación, de Colciencias y Confecámaras 2017, por su propuesta como
construcción exótica, artesanal, ancestral y natural. Con tan austero y
fascinante recinto del silencio, como no existen dos en Colombia, el
Quindío tiene uno de los más singulares atractivos para personas que
buscan sitios de recogimiento interior, lejos de la ciudad. Receptáculo
material del silencio y la soledad donde cada uno experimentará sus
realidades o fantasías internas.
Hermosa semblanza de Peñas Blancas que aún no he visitado. Muchas gracias.
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